Minimalista y sofisticado: así es el apartamento marbellí con vistas al mar y la montaña.
La vivienda cuenta con una superficie interior de 280 m2.
En la décima planta de uno de los edificios más emblemáticos de Marbella, Torre Real, se extiende un apartamento con 280 m2 de interiores y una terraza de 40 m2 desde la que se puede disfrutar de una vista panorámica del mar Mediterráneo y de las montañas. La reforma de esta vivienda está firmada por el estudio de arquitectura marbellí, Archidom Studio, fundado por Álvaro Estuñiga y Chema Sobrado. Su precio de venta es de 1,95 millones de euros.
El punto de partida del apartamento en Torre Real son sus privilegiadas vistas panorámicas, a un lado, el estrecho de Gibraltar y la costa africana, y al otro, las singulares montañas de la ciudad malagueña.
Focalizados en ensalzar el exterior y su terraza de tres zonas, cocktail–bar, dinning y lounge, Archidom Studio apuesta por un diseño de espacios abiertos conectados entre sí. El espacio principal de esta vivienda está compuesto por un gran salón y cocina y tres dormitorios. La habitación principal, de 60 m2, incluye baño en suite y vestidor. De este modo, se crean espacios 360 de gran luminosidad con el objetivo de conseguir «la sensación de estar volando sobre el entorno desde cualquier punto de la casa»
Los materiales utilizados en la vivienda son exclusivamente orgánicos, donde las maderas, los morteros o las piedras son los protagonistas del diseño. Con un estilo sofisticado y minimalista, la naturalización de sus estancias hace del piso un hogar confortable. En cuando al mobiliario, la mayoría ha sido diseñado por el equipo de Archidom, pero también se ha contado con marcas de diseño italiano como Molteni, Midj o Poliform, y español como Vibia.
«Nos gusta crear espacios sin partir de los parámetros convencionales del diseño, nos abstraemos de ellos e intentamos entender las necesidades reales de los usuarios y cómo van a vivir la vivienda para pensar hasta el más mínimo detalle», indica Álvaro Estuñiga.
Mónica G. Moreno/eleconomista.es