El alza de tipos frustra ventas de 4.000 millones en activos tóxicos.
La banca se deshizo de 10.600 millones de exposición y repetirán este año.
La subida de tipos de interés torpedeó el esfuerzo de limpieza de la banca: dio al traste el año pasado a ventas de carteras de «activos tóxicos» con un valor nominal conjunto de 4.000 millones de euros, casi un tercio del volumen previsto para el ejercicio. «La subida de tipos en la segunda mitad del año hizo que las diferencias entre expectativas de precios de vendedores y compradores fueran tan grandes que muchas carteras se cayeron», explica Nahuel Callieri, Managing Director de Alvarez & Marsal. La consultora proyectaba que se darían compraventas por unos 14.000 millones en importe nominal frente a los apenas 10.000-10.600 millones finalmente cerrados en diferentes portfolios conforme a sus estimaciones.
La vertical escalada del precio del dinero afectó a las transacciones al encarecer, por un lado, la financiación que los compradores precisan a menudo para ejecutarlas y porque además elevó el atractivo o la rentabilidad de otro tipo de activos.
Nuevas operaciones
«Nuestra preocupación era que los vendedores estarían más precavidos con respecto a la venta», reconoce Callieri, y precisa que, sin embargo, el mercado sigue activo. «Tenemos ya identificados, más o menos, unos 5.000 millones que están en curso o a punto de salir o en preparación para este año, y nuestra estimación es que el año estará entre 9.000 y 11.000 millones en valor nominal vendido», explica. Supone una «estabilización de la actividad», pero muy alejada de los niveles preCovid, cuando se movía en rangos de 50.000-60.000 millones.
La situación está provocando nuevas prácticas o estrategias. Esos 5.000 millones son carteras, de hecho, nuevas, sin que hayan vuelto al mercado aquellas otras que se cancelaron o retrasaron.
«Los bancos están enfocándose, en vez de hacer grandes ventas de macrocarteras, en hacer un número más alto de carteras durante el año, pero de tamaños medios inferiores. ¿Por qué? Por la dificultad o la incertidumbre que hay ahora especialmente en esta primera mitad del año sobre conseguir financiación»
Otra tendencia que observa es que «hay más dispersión que nunca sobre los precios, dirigidos principalmente por dispersión de retornos esperados por los fondos o por los compradores participantes del mercado». Esta situación responde, según explica, al contexto macro y la subida de tipos «que está haciendo que el coste de oportunidad sea más grande para algunos compradores que para otros», la madurez de un mercado donde conviven productos «más sencillos y más complejos, lo cual lleva a la especialización», y a una competencia alta porque «no estamos con volúmenes cada año crecientes de desinversión».
El foco continúa siendo desalojar de los balances los activos dudosos y el ladrillo, aunque uno de los grandes desafíos que se abre a la banca son los llamados dudosos subjetivos, agrega Eduardo Areilza, Senior Director de Alvarez & Marsal. Se trata de la financiación sobre la que la banca ha colocado la etiqueta contable de «Stage 2» o en vigilancia especial porque, aunque no se haya declarado impago alguno, alberga dudas sobre su futuro cobro por múltiples factores.
Conforme a las estadísticas del Banco de España, estos acreditados representaban un 8,1% de la cartera crediticia total del sector financiero en junio pasado (los impagos son apenas un 3,68%), superior al 5,9% que suponían en los registros prepandemia. «Es donde está ahora un poco el caballo de batalla porque hay activos que están con algo de retraso, otros activos que son subjetivos, otros activos que están ahí porque los modelos dicen que tienen que estar ahí. Hay un poco de confusión a la hora de cómo gestionar esa bolsa y es una bolsa preocupante porque, si cambia el ciclo, son los activos que te van a entrar en dudoso porque son los más débiles y su gestión es compleja», refiere Areilza.
Nuevo «caballo de batalla»
Su monitorización y análisis representa un «desafío operativo» para las entidades financieras «importante» porque han crecido en los últimos años y el «Stage 2» es un estado temporal ya que, con el paso del tiempo, los créditos pasarán al estado normal o al cajón de dudosos.
Una situación que está generando otra nuevas dinámicas también, en la medida que empuja a las entidades financieras a delegar los trabajos con estos acreditados en gestores de deuda especializada o servicers, que amplían así su catálogo de servicios en un momento de menor actividad en el campo de las compraventa de carteras. «Los servicers están expandiendo los servicios hasta moverse ya un proveedor de servicios de back office de gestión por la capacidad que los bancos no tienen interna», apunta Callieri.
Una losa de 200.000 millones
La banca se ha volcado en digerir la pesada carga del crash inmobiliario con una intensa reducción de su exposición en ladrillo y créditos morosos en los últimos años. Sin embargo, a fecha actual aún conservaría unos 78.000 millones de activos improductivos en los balances de los aproximadamente 200.000 millones que existen en el país si se suman los 100.000 millones vendidos por la banca y que gestionan los fondos compradores y los cerca de 28.000 millones propiedad de la Sareb.
Su volumen hace de España un mercado de gran atractivo para los inversores interesados, ya que la banca concentra un 19,5% de los 400.000 millones estimados entre las grandes entidades europeas.
Eva Contreras/ eleconomista.es