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¿Comprar una vivienda en subasta? Ventajas y desventajas

Se debe saber que la propiedad puede tener deudas o cargas asociadas.

El precio de la vivienda de segunda mano se resiste a bajar. Las casas se encarecieron en febrero un 10% interanual, según los datos del Índice Inmobiliario Fotocasa, el incremento más elevado desde 2006. Ante esta situación, «vuelve la curiosidad de compradores e inversores por conocer más a fondo las oportunidades que supone comprar una vivienda en subasta», afirma Jesús Duque, vicepresidente de la red Alfa Inmobiliaria.

Se pueden subastar todo tipo de inmuebles, ya que no existen restricciones, por lo que pueden ser pisos, chalés, casas de pueblo, parcelas, locales, oficinas u hoteles. El precio de salida para comprar una propiedad puede estar entre un 30% y un 50% por debajo de lo que marca el mercado. En la subasta «se compite contra otros posibles compradores, lo que puede elevar el precio final de la adquisición», añade el responsable de Alfa Inmobiliaria. El precio por debajo del mercado puede resultar atractivo para particulares o inversores, sin embargo, deben saber que la propiedad puede tener deudas o cargas asociadas que el comprador debe asumir.

Existe la dificultad de conocer el estado real de la vivienda y si cuenta con inquilinos o incluso okupas

Desde la compañía advierten que, en estos casos, existe la dificultad de conocer el estado real de la vivienda y si cuenta con inquilinos o incluso okupas. «A diferencia de la compraventa tradicional, en la que las viviendas se traspasan libres de cargas, y ante notario, esto no ocurre en el sistema de subastas. En un proceso de estas características recibiremos algunos documentos interesantes, como el certificado de cargas y el edicto de la subasta, pero es prácticamente imposible entrar y ver el estado de la vivienda, lo que nos lleva a compra a ciegas, y sin saber exactamente qué nos vamos a encontrar hasta semanas o incluso meses después de haber pagado la totalidad

En ocasiones, las propiedades que salen a subasta son compartidas por parejas con un régimen de separación de bienes, o procedentes de una herencia. «Si uno de los propietarios es embargado y su parte es adquirida por un tercero, éste deberá negociar con los otros propietarios para obtener las partes restantes o solicitar la división de la propiedad en común para separar la finca y venderla repartiendo las ganancias de forma equitativa», afirma Duque.

No existen requisitos especiales para que una persona o empresa participen en la subasta, salvo que se tenga algún tipo de impedimento legal. Por ejemplo, «los funcionarios directamente relacionados con el expediente judicial del inmueble en cuestión», señala afirma Duque. El experto explica que las subastas por internet organizadas por los juzgados en casos de embargo o ejecución hipotecaria han facilitado mucho la participación, sin embargo, «siguen siendo una vía muy minoritaria para adquirir bienes inmobiliarios. Son, sobre todo, aprovechadas por inversores acostumbrados al riesgo empresarial, y dispuestos a exponerse a cambio de obtener una rentabilidad interesante». Para participar en la puja, en muchos casos, se requiere que los interesados realicen un depósito previo a la subasta, que suele rondar el 5% del valor de la vivienda.

Un proceso rápido

Comprar una vivienda a través de una subasta implica un plazo de tiempo más corto que en el mercado tradicional. Además, tal y como señalan desde Alfa Inmobiliaria, son procesos transparentes y públicos, reguladas por el Real Decreto 1373/2009, y desde el 15 de octubre de 2015 (por la ley 19/2015), «lo que significa que todas las ofertas y pujas están a la vista de todos los participantes».

Para entrar en el proceso, hay que registrarse en el Portal de Subastas del BOE. Una vez dentro, se debe filtrar entre las subastas que estén activas según los intereses del comprador y realizar un estudio. Cuando hay una opción elegida, es el momento de hacer el depósito y esperar el comportamiento de las pujas.

 

Mónica G. Moreno/eleconomista.es

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