Así es la primera escuela infantil Passivhaus

La Escuela Infantil Río Vena se extiende sobre una parcela de 1.944,45 m2.
La escuela infantil es el primer lugar diferente al hogar familiar donde los niños suelen pasar gran parte de su jornada. Seguridad, control, organización, espacios educativos y de juego son básicos en este tipo de lugares, a los que se unen la sostenibilidad y el confort de los usuarios. Así nace la Escuela Infantil Río Vena, en Burgos, la primera en España en obtener la certificación Passivhaus, la más exigente en cuanto a eficiencia energética. Esta guardería de titularidad pública ha comenzado a estar operativa este curso, es decir, en septiembre de 2022.
El proyecto, cuya inversión ha sido ligeramente superior a los 2 millones de euros, tiene su origen en la iniciativa promovida por el Ayuntamiento de Burgos, a través del correspondiente concurso, que establecía conseguir un Edificio de consumo de Energía Casi Nulo (EECN). Además de los requisitos planteados desde el inicio, «se decidió elevar el nivel de exigencia para conseguir una edificación amparada por el estándar Passivhaus», señala Luis García Camarero (A2G Arquitectos), redactor del proyecto y director de obra.
Las estancias de la escuela muestran flexibilidad y versatilidad en función de las necesidades
Sobre un parcela de 1.944,45 m2 se extiende una superficie construida de 772,48 m2, en la que se han tenido en cuenta la funcionalidad del espacio, las labores de enseñanza y el ahorro energético. Una de las peculiaridades de la escuela es su grado de flexibilidad y versatilidad espacial en función de las necesidades de cada momento y de la adaptación de las nuevas tendencias en materia pedagógica. De este modo, se ha procurado que tanto las aulas, como los grupos de aulas de la misma edad, como los espacios de servicio, puedan transformar de manera sencilla su configuración, tamaño y disposición.
La denominada sala de usos múltiples se ha integrado frente a las aulas y en continuidad con los espacios de circulación para dotar al centro de un espacio que se convierta en una pieza central y de referencia, que puede utilizarse de patio interior o para la celebración de actuaciones. En el exterior, además de un patio, existe un espacio abierto para cada aula, independiente y con acceso propio.
«También hemos pretendido que la elección de los materiales y la configuración del edificio contribuyera a las labores de enseñanza y de aprendizaje utilizando diferentes materiales y texturas», indica el director de obra. La madera es el material utilizado casi en la totalidad del edificio. Sirve para compensar el conjunto de la huella global de la intervención, debido a su condición de sumidero de dióxido de carbono.
La estructura de madera contralaminada está a la vista siempre que hay posibilidad, complementada con elementos de carpintería que envuelven los espacios principales y las aulas. Carpinterías exteriores, mamparas, puertas abatibles y correderas se ejecutan en madera de abeto, abedul macizo y contrachapado de abedul, empleando discretos barnices. Además, se utilizan otros materiales cercanos y con una condición natural como pueden ser la cerámica, el linóleo o el corcho. Ya en el exterior, el edificio está ejecutado en SATE y aluminio.
El estándar Passivhaus «supone un ahorro energético de entre el 70 y 90% frente a un edificio construido según el Código Técnico de la Edificación, lo que se traduce en un importante ahorro en emisiones de CO2 a la atmósfera (150m2 evitan el equivalente a 1000 Kg de CO2 al año), y en un gran ahorro económico (gasto de 1,5 euros aproximadamente por m2 en calefacción al año)», explica Jiménez, quien añade que la certificación garantiza también una temperatura interior constante y que el aire que se respira es renovado y filtrado 24 horas, «por lo que los niveles de confort son muy elevados».
Crecen las certificaciones
La certificación Passivhaus en edificios públicos ha experimentado un aumento «considerable», según señala Óscar del Río, vicepresidente del Consorcio Passivhaus, «teniendo en cuenta que partimos hace muy poco tiempo desde cero», añade, «cada vez son más colegios, guarderías, hospitales y residencias que se construyen bajo el estándar Passivhaus y, mejor aún, ya se están realizando rehabilitaciones».
No obstante, del Río resalta que «nos queda un largo camino por recorrer. Tenemos un parque edificatorio enorme por rehabilitar donde tiene cabida el estándar Passivhaus para mejorar, sin lugar a dudas, no solo la eficiencia energética de los edificios, sino la salud de las personas».
Mónica G. Moreno/eleconomista.es